jueves, enero 31, 2008

Mantra
Si después de una larga jornada, uno, al irse a la cama, cerrara los ojos y prestara un poco de atención a ese batir de olas que suena en el fondo de nuestro cerebrito, conseguiría oír una letanía que resumiera el día: mañana más, mañana más, mañana más...

martes, enero 29, 2008

Cocina
Me gusta cocinar. Adoro la cocina de mi casa, en ella estoy a mis anchas. Las especias, los quesos, las verduras. El frigorífico como un tesoro.
Me gusta estar dos horas cocinando un plato laborioso y pensar en mis cosas mientras, por ejemplo, relleno con paciencia unos pequeñísimos chipirones. He imaginado el principio de algún cuento mientras oía la campana extractora, o mientras me saltaba aceite de la sartén. El mejor espejo puede ser la vitrocerámica.
Me gusta preparar alguna receta simple pero suculenta en la que los ingredientes se unan como si todo fuera un puzzle. Por ejemplo, unas espinacas frescas, un poco de queso de cabra, un poco de beicon refrito y unos champiñones laminados. Es la necesidad de que todo encaje. Es buscar el sabor del vinagre en la punta del tenedor.
También me gustan los platos de toda la vida. Las legumbres, los gazpachos, las migas... comidas a la manera de siempre, como nos lo han transmitido y como lo dejaremos en herencia nosotros si alguien la acepta. Yo he asistido a una reunión en la que se discutía si al asado castellano había que añadirle al final una cucharada sopera de vinagre para que la grasa de la salsa tardara en solidificarse... Y un maestro asador (con diploma colgado en la pared) se echaba las manos a la cabeza y decía que no, que solo lechazo, agua y sal. Y todos bebíamos vino y nos reíamos y los cazadores terminaban contándonos que había un perro tan malo cazando como bueno subiéndose a los pinos cuando oía los tiros.
A mi la cocina me amansa y me dulcifica. Y hay ocasiones en las que eso es lo que más necesito.

lunes, enero 28, 2008

Estómago
Oscuridad. El interior del monstruo está sucio y es estrecho. Parece tener pequeñas ventosas en sus paredes, parece deglutir lo que por su interior circula.
Al final se ve una pequeña luz. El monstruo abre su boca quejumbrosa. Cadenas invisibles que se arrastran. Se abre el portón, el coche sube por la rampa. Salgo a la calle. Acciono el limpiaparabrisas. Otro día más.

domingo, enero 27, 2008

Señora Emilia
La señora Emilia es la señora de la limpieza. Verla trajinando con el trapo entre los teclados y los monitores, dejando un rastro de olor a pino por donde pasa, produce una especie de alivio mañanero, como un linimento aplicado al alma. Diligente y dicharachera, pasa el mocho y habla de los hijos y los sinsabores que produce el que se hagan mayores. Recoge clips, ordena folios, desarma cajas de cartón, y cuenta que su marido siempre está de mal humor.
La señora Emilia ha terminado. Recoge una enorme bolsa de basura negra y se la echa al hombro. Me mira, sonríe y dice que abulta mucho, pero no pesa nada. La basura de esta oficina no pesa nada, repite. Nada.

miércoles, enero 23, 2008

Laboral
Rellenar formularios en horario laboral es como cavar tu propia tumba con cucharillas de café.

sábado, enero 19, 2008

Blogs
Sábado por la mañana. No se puede dormir más cuando ya se ha dormido lo suficiente, así que me levanto con sigilo y me siento al ordenador, después de tomarme un café, y luego otro.
Me meto en mis blogs preferidos.
Conde-Duque tuvo ayer un día muy duro y nos anuncia que colgará textos sobre Madrid. Y este hombre rebusca bien, así que a disfrutar.
Mabalot sigue con lo suyo, que es un estilo característico, de un humorismo como colgado de un hilo, con frases que deberían ir en negrita.
Rayuela dice que de los días nos debería quedar un poso, siquiera para poder llenar las páginas del Diario y poder despertar con ánimo al día siguiente, y ese es un buen propósito.
Jabois habla con un cinismo suave de todo, y de política, que es cosa aparte y debería aburrirnos, pero él consigue que sonriamos y que parezca que vivimos en Pontevedra.
Juan Domingo se hace de rogar, pero esperamos sus entradas con ansia para que nos hable de carámbanos y de héroes. Leerle es como pararse a descansar.
Jorge Ordaz nos cuelga citas y comentarios como migas dejadas a los pájaros, para que amemos más, si cabe, la literatura. Bajamos al suelo, picoteamos y volvemos a volar.
Al señor de Portorosa le leo con ganas, y con una sonrisa en la boca cuando habla de su hijo.
Alexandrós parece que cargara la mochila de las palabras y luego utilizara un estilete para dejarlas sobre la pantalla.
Jesús Miramón hace que cerremos su blog contagiados por su sosiego. Suscribo sus palabras cuando habla de los buenos propósitos, y de la rutina, y de los viajes en coche acompañado de la familia.
Leo asiduamente muchos blogs (quizás otros cincuenta), pero estos son algunos de los que más me acompañan. Todos tienen en común lo bien escritos que están y lo divertidos que son. Otro día hablaré de otros.

jueves, enero 17, 2008

Sinopsis
Algunas mañanas, al abrir la funda de las gafas, las noto empañadas. Del día anterior.

martes, enero 15, 2008

Nada
Todos los días me levanto queriendo comerme el mundo.
Todos los días me acuesto dejándolo para el día siguiente.

lunes, enero 14, 2008

Natación (IV)
Entrega de trofeos en una competición deportiva infantil. Hay varias categorías. Se entregan medallas. El encargado de la megafonía tiene que insistirles a los alevines, categoría masculina, para que bajen del podium. Se hacen los remolones. Se está bien ahí arriba.
Natación (III)
Nosotros, los espectadores, estamos atentos a la competición. De pronto, alguien dice que hay una gotera. La señala. Efectivamente, del altísimo techo de este recinto climatizado cae una gotera que ha formado un charco en estas baldosas blancas. Ya, durante toda la tarde, miraremos todos esa pequeña laguna que está formándose, gota a gota, entre las tres piscinas olímpicas
Natación (II)
Esta tarde de domingo se diluye en el agua azul de las piscinas olímpicas. Huele a lejía. Hay un reloj en la pared que no marca las horas sino los segundos.
Los cuerpos aerodinámicos de los niños se zambullen, nadan, y luego salen del agua como si no estuvieran mojados. Pero caminan de puntillas, y desde lejos, se ve que todos sonríen
Natación
Domingo por la tarde. En una competición infantil de natación. Los niños de siete de las calles de la piscina llegan a meta. Pero hay uno, el de la calle octava, que está en el medio del océano de la piscina, que se ha parado ahí.
Está quieto, parece que fuera a hundirse.
Han transcurrido un par de minutos y el hombre del cronómetro no sabe qué hacer. Los espectadores tampoco. De pronto, el niño continúa nadando y todos respiramos de nuevo. Por fin llega a la meta. Qué grande nos parecía la piscina.

domingo, enero 13, 2008

Cuadernos
Releer cuadernos antiguos, de los tiempos en los que no existían ordenadores, produce un temblor enorme. Quitarle el polvo, pasar la yema de los dedos por sus tapas. Ver cómo ha cambiado nuestra letra, cómo escribíamos y lo que decíamos.
Lo que decíamos era lo mismo que decimos ahora, pero con otras palabras.

sábado, enero 12, 2008

Literatura
Todavía, después de tanto tiempo, cuando crees que esa sensación pasó para siempre, que uno es mayor para ciertas cosas, sigues sintiendo esa taquicardia característica de abrir un libro y quedarte maravillado con sus primeras páginas, como si algo fuera a explotar.
Porque hay libros buenos (olvidemos los malos) y hay libros, muy pocos, que te agarran el corazón.

jueves, enero 10, 2008

Vuelta (II)
La melancolía de estas fechas se resume en los billetes de lotería no premiada que tiramos a la basura. Los tiramos al quinto o al sexto día, no inmediatamente después de consultarlos en la lista.

miércoles, enero 09, 2008

Vuelta
Después de estas fiestas.
Subo al ascensor. Se cierra. Hay una luz azulada. Pulso la tecla y apoyo mi frente en el metal del cubículo, justo en el lugar en el que se unen las dos puertas. Siento el frío en mi piel. Entre piso y piso hay una especie de traqueteo que me relaja.

martes, enero 01, 2008

Año Nuevo
Despierto. En la calle no hay silencio, todavía hay estruendo de petardos.
Veo una rendija de luz en el pasillo, que proviene de la cocina. Voy allí. Las copas están en la encimera, boca abajo. El lavavajillas tiene la luz encendida.
Todos los niños dejaron un rastro de serpentinas y matasuegras inservibles. Los mayores, botellas vacías. Están en fila. (Hay botellas que son tan bonitas llenas como vacías, pienso).
Me asomo a la ventana. Ni una nube. Hay una luz que hiere.