lunes, junio 29, 2009

Lunes

Horario laboral. Ser extremadamente educado, sobre todo con quien más lo merece: inmigrantes que acuden a enviar o recibir dinero, ancianos que envían cartas como botellas de náufragos, oficinistas estresados con montones de correspondencia para franquear.

En el desayuno, conversaciones sobre la crisis económica, fabulosa e indiscriminada, que nos azota. El mundo está lleno de eruditos y moralistas que lo arreglarían todo con facilidad. Son, sospecho, los que más han contribuido a que esto esté así. Y siguen zampando bollos.

domingo, junio 28, 2009

Domingo

Mañana de domingo. Estoy preparando el desayuno. Por las ventanas que estuvieron abiertas toda la noche entra todavía el fresco, aunque el sol esté ya en lo alto. Huele a café. Y, aunque parezca mentira, y estando a más de 400 kilómetros del mar, el aire huele a sal, a arena de playa, a bronceador.

miércoles, junio 24, 2009

Cita

Desde que inventaron el bidé y la máquina de cortar, los coños y el jamón no saben igual.
Fernando Quiñones

sábado, junio 20, 2009

Edad


El novelista norteamericano Wallace Stegner escribió En lugar seguro, la que es su obra maestra, a los 78 años de edad. Esa monumental novela, que estoy devorando, fue la culminación de toda una obra y de toda una vida, así está reconocido por la crítica. Qué fuerza. Lo imagino corriendo unos kilómetros todas las mañanas, inspirando, aspirando, inspirando, aspirando, antes de ponerse a escribir esas páginas asombrosas.
Yo he cumplido ya cuarenta y cinco y noto que esa energía que debería acompañar a la mínima sabiduría que da la edad no está conmigo. Me canso, y hasta me cuesta descansar.

viernes, junio 19, 2009

Verano


Este tiempo de tormentas, con cielos oscuros al atardecer, con aguaceros imprevistos día sí, día no, consigue mantenernos a la espera, al acecho. Queman los días, queman las aceras. Ahí fuera hay un rotundo muro que es necesario franquear. Esperamos: el fresco, las vacaciones, lo nuevo.

domingo, junio 14, 2009

Fiestas


Las fiestas patronales. Los caballitos, el tren de la bruja, el pincho moruno. Las risas de los niños. Los fuegos artificiales.

Pero nadie, absolutamente nadie, debería ser obligado por la urgencia a visitar esos urinarios portátiles que instalan a las afueras de los recintos feriales.

martes, junio 09, 2009


Ducha
Cerré la puerta del cuarto de baño tras de mí. Eché el cerrojo. Abrí el grifo y gradué el agua caliente. Sonaba la música en el aparato de radio. La mampara se llenó de pequeñas gotitas que rebotaban desde la bañera. Un día muy largo, pensé. Comencé a desnudarme.
—Cariño, ¿estás bien?— preguntó ella desde fuera con su voz dulce, que lo envuelve todo, como papel de regalo, vaya por donde vaya.

Dije que iba a ducharme. No necesitaba toalla. No necesitaba nada. Si acaso un poco de soledad, allí dentro. Me miré reflejado en el espejo y estuve tentado de golpear mi frente contra él. No un golpe fuerte, no, pero sí uno leve, seco y contundente, a ver si se me ordenaban las ideas.

Pensé en el instituto. Un timbre y una escalera. Un campo de fútbol sin porterías y otro de baloncesto con una sola canasta. Profesores y compañeros. Una profesora con falda que se sentaba en su silla y pedía el análisis sintáctico de una frase como el sediento que pide agua, y cruzaba las piernas y ese momento era la eternidad. Un profesor que hablaba del arte griego y las columnas dóricas y yo veía la nuca de Julia, y ella miraba hacia atrás como si la hubiera llamado y en el movimiento de su cuello se mezclaban las declinaciones latinas con las derivadas matemáticas, la revolución rusa con el románico tardío.

Me metí en la bañera. El agua caliente golpeaba mi cara, mi frente, mis párpados. Oí de nuevo su voz fuera, tras la puerta, casi pegada a ella. De nuevo preguntó si necesitaba algo. Repetí que no, ya un poco cansado de su insistencia.

Pensé en el sonido del timbre, a la salida de clase. Qué confusión, aquello era como el agua que hierve. Sillas que se movían, pequeños terremotos en los pasillos. Julia con los libros abrazados sobre su pecho y mis ganas de llorar. Todos corriendo, escaleras abajo. Alegría. Eran otros tiempos. No como ayer por la mañana, a la salida de la reunión. Con la cabeza baja. De nuevo me gané una bronca del jefe del departamento. Delante de todos. Balances, expectativas, cuenta de resultados. Que soy un inepto, que vaya buscando otro trabajo. Vaya puta mierda. Decidí mientras me duchaba, mientras el agua chorreaba sobre mí que mi vida debía dar un giro, sí.

miércoles, junio 03, 2009


Colombo


Me acabo de enterar leyendo el periódico: Peter Falk, el actor que interpretaba al sagaz Colombo, padece demencia senil. Qué tío, con su gabardina y su puro, cómo haciéndose el tonto resultaba el más listo. Ya sé que es cosa del tiempo, el hombre tiene ochenta y dos años, pero no puedo evitar pensar que se me acumulan los ídolos en el suelo.
Joder, es como si a esta edad uno caminara por una senda muy larga y tuviera que ir sorteando zurullos.

martes, junio 02, 2009

Primavera

Hace un calor que convierte en difuntas las mejores intenciones.
Se asoma uno a la ventana en estas horas de luz y pólenes de todas clases y dan ganas de quedarse quieto, de no moverse, si acaso de mimetizar el estilo de esos pájaros que suben y bajan de la rama del árbol como si probaran con un poco de asquito un menú de Adrià.