En esta tarde de domingo fútil y lluviosa preparo un cocido. Un cocido denso y contundente para alimentarnos mañana, cuando volvamos definitivamente a la rutina. Quizás nos asalte luego un ardor de estómago de camionero en ruta, sí, pero así es la vida, vivamos al límite. Para otros las acelgas rehogadas y los filetes de pollo a la plancha, esos filetes resecos que fomentan la tendencia al llanto y la desesperanza.
3 comentarios:
Siempre he pensado que el cocido, con todos sus ingredientes, expande nuestra visión del mundo. Los filetes de pollo es verdad que nos empujan a la melancolía
La pescadilla que se muerde la cola: deberíamos empezar a replantearnos muchas cosas cuando un placer tan pequeño (zamparse un plato de cocido) nos hace sentir culpables (nos hace sentir que debemos justificarlo por escrito). Pero, claro, a esas alturas estamos demasiado cansados para replantearnos nada: llevamos demasiado tiempo comiendo pollo a la plancha, y eso agota a cualquiera.
Yo estoy a régimen, pero los filetes, sean de lo que sean, ni los pruebo... No los puedo tragar sin llorar de pena.
¡Qué bien que volviste con la energía de un buen cocido!
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