miércoles, septiembre 24, 2008


Curvatura
En Madrid, la M-45 es una carretera larga, con curvas muy suaves pero continuas, y poquísimas rectas. Se puede recorrer con relativa rapidez, porque no suele haber atascos. En ella es fácil pasarse las salidas, porque el carril de la vía de servicio está situado siempre muchos kilómetros antes de la verdadera salida.

Cuando te equivocas y quieres hacer un cambio de sentido para volver sobre tus pasos resulta casi imposible, porque hay muy pocos cambios de sentido en esta carretera, y no están señalizados.

Si transitas por la M-45 (sobre todo de noche), y te equivocas, el espacio entre el lugar del que saliste y el lugar al que pretendes llegar puede llegar a parecer la metáfora de toda una vida.

lunes, septiembre 22, 2008

Hospital (II)

Algo va mal

_ cuando se habla de la “pastillita azul”, de la “pastillita gorda” o de la “pastillita de las tres de la mañana” en lugar de Requip, Stalevo o Seriquel.

_ cuando por las noches tus riñones le encuentran el punto al butacón del acompañante.

_ cuando comienzas a identificar los turnos de los enfermeros.

_ cuando, en la bandeja de la cena, crees ver correr a los guisantes del lomo a la jardinera.

viernes, septiembre 19, 2008

Hospital
Lo primero que hago cuando ingresan a un familiar en un hospital es rebuscar todas las monedas que hay por casa (para la máquina del café).

jueves, septiembre 18, 2008

Mirada
Nunca se mira tan bien por una ventana como cuando se hace desde la de la habitación de un hospital.

miércoles, septiembre 17, 2008

Impaciencia
A veces mi impaciencia me lleva a utilizar la cuchara de madera y probar una salsa humeante a medio hacer, o el caldo de un potaje que lleva cociendo horas.

Me escaldo y luego estoy días o semanas con el paladar insensible. (La gente cree que chasqueo la lengua por asentir en una conversación o porque me parece interesante lo que acabo de oír, pero es, simplemente, que no me siento la puntita contra los dientes).

martes, septiembre 16, 2008


Noche/día

Se acaban las fiestas del pueblo. Mediodía del último día. Me convencen para ir a misa (misa por los difuntos). Pasamos por la plaza. Hay cascos de botellas por todas partes. Ni rastro de la orquesta que anoche maltrataba pasodobles. Leve dolor de cabeza.

Sentado en el banco de la iglesia oigo la perorata del cura. Miro las baldosas del suelo, tan viejas, tan deslucidas. Las miro fijamente.

jueves, septiembre 11, 2008

Visita
Vas a casa de tus padres a hacerles una visita. Tomas un café, hablas un buen rato con ellos. La salud, siempre la salud. Los vecinos, la familia, el verano que acaba.

De pronto, de camino a la cocina, abres la que fue tu habitación y, durante una milésima de segundo, no la reconoces. No reconoces ni la litera, ni los libros, ni los Juegos Reunidos, ni la Enciclopedia Argos, ni las cintas magnetofónicas. Crees ver la estela de otro ahí, en la litera, un extraño, fumando a las tantas, apoyado en el marco de la ventana.

viernes, septiembre 05, 2008

Tiempo
Un hombre que fue mi vecino, con el que no crucé ni dos palabras en muchos años, que no me saludaba cuando nos veíamos en el portal, que se marchó debiendo no sé cuantas cuotas de la comunidad de propietarios, se me acerca en el bar, mientras tomo una cerveza con unos amigos, y me pregunta cómo me va y qué tal le va a mi familia. Pincha una aceituna del plato, se la mete en la boca y se despide sin esperar que le conteste.

miércoles, septiembre 03, 2008

Cercanías
La obstinada melancolía de estas tardes nubladas, de calima y sudor. Estación de tren. Cercanías. Llevo un libro para leer, pero no leo. Levanto la vista. Un hombre narigudo, con el pelo ensortijado y barba de varios días, que viste pantalón corto, fuma y mira al andén de enfrente. Seguramente pensará en las cervecitas que tomará al llegar a casa.

Varias muchachas con ropa de escote superlativo parecen cansadas. Sus movimientos son tan lánguidos que merecerían estar en la playa, al sol, y no esperando un tren.

Una señora habla por teléfono. “Ya llego, ya llego...”, dice.

Llega el tren y subimos. Somos muchos. Un hombre tiene el pie desnudo sobre el asiento de enfrente, y con ese gesto desanima a los que nos queremos sentar. Luce un gesto como de reto, parece apretar los dientes mientras nos enseña su pie. El pie es largo y sus dedos, enormes, están ahí en medio del asiento.

Después de un día de citas telefónicas con médicos, de rellenar papeles y más papeles, de buscar la sombra de las paredes de los edificios en mi deambular por Madrid, este pie desnudo y maleducado me hace desear el motivo, la razón que redima el día. Lo deseo con toda mi alma (un instante, una mirada, unas palabras), pero puede que este día no tenga redención. Me quedo de pie. Intento leer.

martes, septiembre 02, 2008

Calor
Ayer hizo calor durante todo el día, pero no demasiado. Sé que otros días de este verano han sido más calurosos. Sin embargo, por la noche estábamos viendo la televisión y mi espalda sudaba. Me toqué la frente y sudaba. Luego, acostado en la cama, di vueltas y vueltas hasta que, en medio de la madrugada, oí en la calle el ruido del camión de la basura. Creo recordar que me dormí con las manos cruzadas sobre mi vientre, con la vista fijada en el techo de la habitación, y con el ruido de la trituradora del camión de la basura resonando en mis oídos.