martes, julio 31, 2007

lunes, julio 30, 2007

Pueblo (y XVI)
El señor Eustaquio le dice a los niños que si tienen ganas de orinar que vayan detrás de la tapia de su tenada y lo hagan allí, encima de la zarza, que les da permiso, y los niños van, muertos de risa, a orinar en grupo.
Ni así es capaz el señor Eustaquio de acabar con la zarza que está encaramándose por el muro, adueñándose de su tenada.
Pueblo (XV)
La mujer va al cementerio a paso rápido, como con prisa. A ratos se sale de este camino asfaltado y se mete a la cuneta, rebuscando. Ya, como es natural, no quedan espárragos en las esparragueras porque es verano, pero a ella le gusta ver estas matas de color verde oscuro, como árboles en miniatura, con púas, y pasar la yema de los dedos por sus bordes, hasta que le duela, casi hasta hacerlos sangrar.
Pueblo (XIV)
Hay señoras mayores vestidas de negro que se acurrucan entre ellas, se propinan codazos y nos cuentan historias mil veces repetidas. Y siempre nos reímos —ellas lo saben—ya sea con el cuento de Isidoro, que le dio bicarbonato a las ovejas, o el de Lucas, que asustaba a los niños con sus pedos.
Aquellos hombres ya murieron, pero cada carcajada nuestra les hace más merecedores del cielo.

domingo, julio 29, 2007

Pueblo (XIII)
Todos los veranos ha sido así: Los críos que corren en bicicleta por el pueblo van a parar detrás de las cercas del prado a descansar. Allí las parejas se dan sus primeros besos, evitando los manillares y los radios de las ruedas, haciendo planes para el día siguiente mientras ven correr una lagartija por las piedras.
Pueblo (XII)
Hay moscas que no respetan ni la mejor de las cortinas. Y pasan, casi siempre a la cocina, y se dan por invitadas.

sábado, julio 28, 2007

Pueblo (XI)
En las antiguas eras en las que antes se trillaba se celebran ahora partidillos de fútbol y alguna vez me ha parecido ver (durante una milésima de segundo) a viejos señores con chambra y boina, que aventaban la mies mientras daban, socarrones, un taconazo al balón.
Pueblo (X)
Todas las mañanas, a primera hora, el alguacil monta en su bicicleta y va por el camino a ver si las bombas del depósito del agua funcionan.
Si funcionan, ha acabado su trabajo. Si no funcionan, también, porque avisa por teléfono a la Diputación.

viernes, julio 27, 2007

Pueblo (IX)
Frente a la puerta de la iglesia hay un banco de piedra y allí me siento algunos domingos para oír cómo la pesada puerta se abre y se cierra al paso de los fieles, chirriando sus bisagras y dejándome atisbar la luz de dentro.
Pueblo (VIII)
Van las cosechadoras levantando polvo por los caminos, de unos campos a otros, con esas mandíbulas cuadradas, todas pintadas de verde, y dejan el lugar amarillo y rapado, bien aseado.

jueves, julio 26, 2007

Pueblo (VII)
En las bodegas se bebe vino cosechero, que parece ser que por estos sitios no es de buena calidad, pero ningún forastero se ha atrevido nunca a decirlo.
En las bodegas se está muy fresquito, al tercer vaso sonríes sin motivo, y hay una especie de humedad polvorienta que (lo confieso) excita la libido.
Pueblo (VI)
¿Literatura? Disfrutar de la literatura es sentarse en el taburete, pedir una cerveza, acodarse en la barra y escuchar con los ojos muy abiertos las hazañas de los cazadores sobre la temporada de la perdiz.

miércoles, julio 25, 2007

Pueblo (V)
“En este pueblo hay piedras tan grandes que se necesitan tractores para moverlas”, me dice un hombre en la plaza, mientras mueve el azadón arriba y abajo.
Pueblo (IV)
Sentados en la terraza de este bar de pueblo, a última hora de la tarde, con una cerveza encima de la mesa, comiendo pipas, es cuando se da uno cuenta de lo que corren los coches que pasan por la carretera.
Pueblo (III)
Estamos sentados en el umbral. Ya está cayendo el sol, se ve la línea de la sombra en la pared de enfrente. Por el fondo de la calle aparece el señor Tomás, con su carretilla. Es un anciano. A este hombre se le ha muerto una hija hace pocos meses. Se para delante de nosotros y nos dice, enseñándonos un tomate rojo: “Mirad, el primero de la huerta”.
Pueblo (II)
Es la hora de la siesta en este pueblo en el que todas las casas tienen patios con geranios. Salgo a buscar las gafas a la guantera del coche y veo en la esquina a un galgo que duda qué camino tomar. Hace un sol tremendo, hay una luz asombrosa, y el animal sigue dudando. Parece dar vueltas sobre sí mismo, buscándose su rabo largo. Por fin se va por la acera de la sombra, en dirección a la plaza.

martes, julio 24, 2007

Pueblo
Es domingo. Son las nueve de la mañana en este pueblo situado entre pinares. Voy a comprar el periódico a la panadería y hay cola. Así son los fines de semana del verano en estos pueblos: gente por la calle que se saluda, perros solitarios, señoras en bicicleta...
Me pongo el último, en la acera, a la sombra, esperando mi turno para comprar el periódico, porque el periódico se vende en la panadería. Huele a anises y a magdalenas recién hechas. Va saliendo la gente, con su barra de pan, con el periódico, con unas docenas de huevos. Pero dentro permanece un anciano que rebusca en su bolsillo.
—Que son setenta céntimos. —dice la panadera.
—Sí, sí.—contesta el viejo, que sigue rebuscando en su bolsillo. Saca unos caramelos, tres, los pone encima del mostrador y dice:—Pues cóbrate.
—Que son setenta céntimos.
El hombre se guarda los caramelos. Los demás clientes vamos pasando, entrando y saliendo con nuestra compra.
Antes de que me vaya, oigo de nuevo al hombre. Saca otra vez los caramelos del bolsillo y dice:
—Cóbrate. Cóbrate, que hay uno de limón.

lunes, julio 23, 2007

Zeppelin

Hace calor.

No puedo dormir, así que me levanto y enciendo el ordenador. Echo un vistazo a mis blogs preferidos y encuentro en http://latormentaenunvaso.blogspot.com/ una reseña sobre Zeppelin. Es como si me hubiera estado llamando.

Me gusta mucho lo que ha escrito Miguel Baquero sobre Zeppelin. Gracias.

domingo, julio 22, 2007

Caravana
La carretera tiene varios carriles pero por ninguno de ellos se avanza lo suficiente. Es cuesta arriba. Circulación muy lenta del kilómetro 83 al 3, eso dicen los carteles luminosos. La música cansa, el calor cansa, la espalda pegada al asiento cansa. La cebolla sigue provocándome ardor de estómago, ahora lo recuerdo. Necesito un café. Mañana es lunes.
Miro al coche que circula en el carril de al lado. Conduce una chica. Me mira y sonríe. Yo no sonrío. Creo que es estúpida, por cómo sonríe. Miro al frente. Mañana es lunes. Los coches avanzan en paralelo. Miro de nuevo y veo que tiene puesto un enorme sombrero de paja. Sonríe y me saca la lengua. Es preciosa, ahora me doy cuenta, y pone cara de payaso. Se quita el sombrero y me saluda con una reverencia infantil. Sonrío.

lunes, julio 16, 2007

Actitud
Albergo cierto resentimiento social. Siempre creí que estar del lado de los oprimidos era mejor opción. Desde muy pequeño supe cuál era mi sitio. Uno va mirando hacia delante, sí, pero eso no implica dejar de mirar hacia atrás.
Por otra parte, los que mandan, los ricos —los alegres— no tienen necesidad de la literatura. La rebelión, como la tristeza, es más literaria.

viernes, julio 13, 2007

Muchacha
La muchacha es un pajarito que al andar mueve demasiado sus caderas mínimas, que mete una mano en el bolsillo y todo su cuerpo parece escorarse hacia ese lado en el que guarda algún tesoro. Se le notan todos los huesos, el cabello lacio le entierra media cara. Pienso que las rodillas se le doblarán. Se acerca. Parece que anduviera sobre un colchón inflable, pero no, es asfalto caliente lo que pisa. Tiene heridas en los labios y se pasa la lengua por ellos como si tuviera sed. Saca la mano del bolsillo. Habla, y cuando lo hace mira directamente a mis ojos. Dice: “¿Pañuelos? Tengo pañuelos. Vendo pañuelos”.
Yo no bajo el cristal de la ventanilla. Le digo que no con mi mano y miro fijamente la luz roja del semáforo.

martes, julio 10, 2007

Julio (II)
En los colegios no hay niños. Son las vacaciones.
En los árboles de los patios de los colegios no hay pájaros. Son las vacaciones de los pájaros.

lunes, julio 09, 2007

Julio
Julio es el toldo agitado por un viento suave. La espalda pegada a las sábanas. Es el agua de la sandía, que mancha las manos con su azúcar.
Nos levantamos desperezándonos y hay un olfato que se despierta en julio y que nos hace buscar los rincones más frescos de las casas.
Julio se diferencia de los demás meses del año en que es el mes que más nos apetece una ducha. Luego ya nos acostumbramos al calor.

viernes, julio 06, 2007

Expurgado de Zeppelin

A los álbumes de cromos siempre le faltaban algunos y eso era la vida: un álbum incompleto con páginas manoseadas. Comíamos pastelitos tigretones mientras nos preguntábamos cómo no nos habíamos fijado hasta entonces en los pechos de las chicas. ¿A dónde habíamos mirado y qué había más importante que aquello? ¿Tenían algo que ver la filosofía platónica o la revolución industrial o las fórmulas químicas con las miradas de aquellas muchachas que ahora usurpaban nuestros pensamientos? En la hora del recreo ellas cuchicheaban y nosotros nos propinábamos codazos, y acudir a clase de gimnasia era un acicate para rememorar nuestras emociones el sábado por la tarde. Nuestros pensamientos eran difusos y una lluvia fina calaba nuestros corazones.

jueves, julio 05, 2007

Expurgado de Zeppelin

Un compañero de cabeza grande y rubia que adoraba los tebeos del Capitán Trueno y utilizaba mil veces al día la palabra mentecato. Otro que fumaba porros y nos enseñaba las boquillas. Justo Ramales, que era de COU pero que salía con Carmen y había quien le decía que se la teníamos prestada.

miércoles, julio 04, 2007

Jardín
Miro por la ventana y veo al jardinero. Sujeta entre sus manos una enorme podadora que, por lo que suena, parece excesivamente revolucionada. El hombre, vestido con el uniforme verde del departamento de parques y jardines del ayuntamiento, está cortando el seto de arizónicas. Entre cada tramo de arizónicas hay intercalados unos rosales, con unas enormes flores rojas. Son las mejores rosas, las que nacieron al final de la primavera.
Abro la ventana y huelo las arizónicas, y la humedad de la tierra, pero también la gasolina de la máquina. El jardinero rasura la línea del seto, se separa unos metros, contempla su trabajo, y vuelve de nuevo a ello. Está consiguiendo un trabajo perfecto, un trabajo de artista. Las arizónicas están tupidas y perfectas, en línea completamente.
De pronto, el hombre se levanta la visera de plástico, mira a un lado y a otro, parece ser que no ve a nadie. Empuña de nuevo lo que ahora parece un arma y, de un tajo, se lleva por delante todas las rosas de un rosal, que vuelan durante un segundo y después caen al suelo.

lunes, julio 02, 2007

Cajones
Cuando rebuscamos en los cajones encontramos libros de instrucciones de objetos que ya son inservibles.