Aquiserá (III)
Según parece, el ayuntamiento está pensando en limitar la velocidad máxima de los vehículos en la calle de Aquiserá y en las aledañas. Dicen que es porque hay colegios en las inmediaciones, pero todos sabemos que a Aquiserá se le quiere y se le respeta en este pueblo de trabajadores.
A su alrededor siempre hay un corro de gente, viendo pasar la tarde, al sol o mirando los escaparates, y contemplándole a él en el borde de la acera, diciendo “pronto será, pronto será”.
martes, octubre 30, 2007
lunes, octubre 29, 2007
Aquiserá (II)
No pude resistir la tentación y fui a preguntarle al farmacéutico por Aquíserá. Tuve que comprar algo y compré ibuprofeno, para el dolor de cabeza.
Me contó que Aquiserá está en el hospital, con las dos piernas rotas, pero fuera de peligro. Ahora no hace otra cosa que decir “pronto será, pronto será”. Tiene aturdidas a las enfermeras con ese soniquete. Parece que este hombre está así por un desengaño amoroso. Su mujer le dejó. Pienso yo que no le dejó por otro, le dejó por pesado. Por insistir tanto con determinadas cosas. Pero no se lo digo al farmacéutico, que dice que le echa de menos ahí, en la esquina, agarrado al semáforo.
No pude resistir la tentación y fui a preguntarle al farmacéutico por Aquíserá. Tuve que comprar algo y compré ibuprofeno, para el dolor de cabeza.
Me contó que Aquiserá está en el hospital, con las dos piernas rotas, pero fuera de peligro. Ahora no hace otra cosa que decir “pronto será, pronto será”. Tiene aturdidas a las enfermeras con ese soniquete. Parece que este hombre está así por un desengaño amoroso. Su mujer le dejó. Pienso yo que no le dejó por otro, le dejó por pesado. Por insistir tanto con determinadas cosas. Pero no se lo digo al farmacéutico, que dice que le echa de menos ahí, en la esquina, agarrado al semáforo.
domingo, octubre 28, 2007
Aquiserá (I)
Casi todas las mañanas veía a aquel hombre en el semáforo, al pasar camino del trabajo. Conozco a gente que le conocía. Parece que estaba un poco loco. El farmacéutico, por lo visto, le pagó algún bocadillo y sabía algo de su vida, pero no voy a ir ahora a preguntarle nada al farmacéutico. La policía municipal conseguía que se marchase de allí, del semáforo, pero al poco tiempo volvía.
Le llamaban Aquiserá, porque repetía esas palabras continuamente, como una letanía que le calmara. Ese era su nombre: Aquiserá.
Por lo visto, ayer Aquiserá se tiró a la calzada desde la acera, mientras el semáforo estaba verde. Le atropelló un coche. Dicen que gritó: Aquiserá y hoy será.
Casi todas las mañanas veía a aquel hombre en el semáforo, al pasar camino del trabajo. Conozco a gente que le conocía. Parece que estaba un poco loco. El farmacéutico, por lo visto, le pagó algún bocadillo y sabía algo de su vida, pero no voy a ir ahora a preguntarle nada al farmacéutico. La policía municipal conseguía que se marchase de allí, del semáforo, pero al poco tiempo volvía.
Le llamaban Aquiserá, porque repetía esas palabras continuamente, como una letanía que le calmara. Ese era su nombre: Aquiserá.
Por lo visto, ayer Aquiserá se tiró a la calzada desde la acera, mientras el semáforo estaba verde. Le atropelló un coche. Dicen que gritó: Aquiserá y hoy será.
viernes, octubre 26, 2007
jueves, octubre 25, 2007
Chino
El chino siempre está viendo la televisión. Le pides una barra de pan y te la da sin quitarle la vista a la pantalla que tiene detrás del mostrador, esa pantalla siempre llena de paisajes y de locutores que hablan en su idioma como si estuvieran nerviosos y fueran a cabrearse de un momento a otro (como si fueran karatekas en letargo). El chino siempre sonríe, ante la tele y ante el cliente. Se levanta cuando entras a la tienda y te sigue con la mirada.
El chino tiene en su tienda anacardos y cacahuetes riquísimos, y las cervezas más baratas de los alrededores. En las estanterías hay desde las cosas más imprescindibles —lentejas, pan de molde o latas de sardinas— a las más exóticas —tofu, verduras deshidatradas o empanadillas de puerro y cerdo— y él se sorprende cuando le pides pasta para canelones y no sabe qué es eso pero te dice que mañana lo tendrá. Le dices que no se preocupe, que era un antojo y contesta que mañana tendrá también antojos. Sonríe y apunta.
Yo voy a su tienda porque en la de al lado, un español de Soria quiso cobrarme 10 euros por la última botella de agua que le quedaba. Fue un día que no hubo agua corriente en todo el barrio. Le dije que me parecía caro y me contestó con una sonrisa que esperara a que volviera a tener agua en el grifo. Esto es lo que hay, dijo, en 10 minutos será más cara. En aquellos tiempos el chino no había abierto su tienda todavía.
El chino es buena gente y es vecino mío. Su mujer es muy guapa y está muy delgada. Tienen un hijo pequeño que está aprendiendo a andar. Le vemos en el parque. Es gracioso: cuando tropieza y cae se levanta y ríe en lugar de llorar y quejarse. El español de Soria no sé dónde vive, ni si tiene hijos, ni si sonríe alguna vez.
El chino siempre está viendo la televisión. Le pides una barra de pan y te la da sin quitarle la vista a la pantalla que tiene detrás del mostrador, esa pantalla siempre llena de paisajes y de locutores que hablan en su idioma como si estuvieran nerviosos y fueran a cabrearse de un momento a otro (como si fueran karatekas en letargo). El chino siempre sonríe, ante la tele y ante el cliente. Se levanta cuando entras a la tienda y te sigue con la mirada.
El chino tiene en su tienda anacardos y cacahuetes riquísimos, y las cervezas más baratas de los alrededores. En las estanterías hay desde las cosas más imprescindibles —lentejas, pan de molde o latas de sardinas— a las más exóticas —tofu, verduras deshidatradas o empanadillas de puerro y cerdo— y él se sorprende cuando le pides pasta para canelones y no sabe qué es eso pero te dice que mañana lo tendrá. Le dices que no se preocupe, que era un antojo y contesta que mañana tendrá también antojos. Sonríe y apunta.
Yo voy a su tienda porque en la de al lado, un español de Soria quiso cobrarme 10 euros por la última botella de agua que le quedaba. Fue un día que no hubo agua corriente en todo el barrio. Le dije que me parecía caro y me contestó con una sonrisa que esperara a que volviera a tener agua en el grifo. Esto es lo que hay, dijo, en 10 minutos será más cara. En aquellos tiempos el chino no había abierto su tienda todavía.
El chino es buena gente y es vecino mío. Su mujer es muy guapa y está muy delgada. Tienen un hijo pequeño que está aprendiendo a andar. Le vemos en el parque. Es gracioso: cuando tropieza y cae se levanta y ríe en lugar de llorar y quejarse. El español de Soria no sé dónde vive, ni si tiene hijos, ni si sonríe alguna vez.
martes, octubre 23, 2007
lunes, octubre 22, 2007
Asociaciones
Visito mucho la biblioteca pública. Está en el segundo piso del centro cultural. Subo y bajo siempre corriendo, con prisa. En la primera planta están las sedes de varias asociaciones. Hoy me he dado cuenta de que al lado de la sede de la Asociación de Amigos de la Música está la de la Asociación de Sordos
Visito mucho la biblioteca pública. Está en el segundo piso del centro cultural. Subo y bajo siempre corriendo, con prisa. En la primera planta están las sedes de varias asociaciones. Hoy me he dado cuenta de que al lado de la sede de la Asociación de Amigos de la Música está la de la Asociación de Sordos
domingo, octubre 21, 2007
viernes, octubre 19, 2007
Sentado
Él es la última cerveza del eslabón, el taburete caliente, la barra ocupada. Con la argolla del botellín señala a la gente, y a toda la comprende porque es único y ha recorrido el mundo y vivido mucho.
Cuando era joven la vida le pasó por encima y ahí está él, recordando algunas mujeres, tarareando viejas canciones.
Él es la última cerveza del eslabón, el taburete caliente, la barra ocupada. Con la argolla del botellín señala a la gente, y a toda la comprende porque es único y ha recorrido el mundo y vivido mucho.
Cuando era joven la vida le pasó por encima y ahí está él, recordando algunas mujeres, tarareando viejas canciones.
martes, octubre 16, 2007
Hipopótamo
De todos los animales de la selva el hipopótamo es, desde luego, el que más muertes causa a los seres humanos, porque defiende su territorio con uñas y dientes. Son tan fieros los hipopótamos que, cuando luchan entre ellos, no dan por finalizada la batalla hasta que uno de los contendientes cae muerto y derrotado.
Un hipopótamo, sólo uno, es capaz de abonar el fondo de una charca de dos mil metros cuadrados, pues con cada deposición suya, que pesa entre diez y doce kilos, libera muchas sustancias enriquecedoras que estercolan el hábitat que comparte con otros seres vivos. Es decir, dónde hay un hipopótamo florece la flora y la fauna, y su avistamiento por los indígenas es síntoma de bonanza y buen augurio, aún cuando tengan cuidado de no acercarse mucho.
Ni siquiera los cocodrilos se atreven a meterse con estos enormes bichos que parecen estar siempre bostezando.
Y lo más importante: los hipopótamos gozan de una vida sexual amplia y dilatada que hace que disfruten del acto de la cópula como pocos en la selva. Sus gemidos roncos se oyen en las noches claras a mucha distancia, y hasta los macacos paran un momento en sus diabluras para imaginarse cómo se lo pasan.
Pues bien. Fui a alquilar un traje de hipopótamo para el baile de disfraces y no había. No quedaban. Me dieron uno de jirafa. A mí, que no paso de uno sesenta.
De todos los animales de la selva el hipopótamo es, desde luego, el que más muertes causa a los seres humanos, porque defiende su territorio con uñas y dientes. Son tan fieros los hipopótamos que, cuando luchan entre ellos, no dan por finalizada la batalla hasta que uno de los contendientes cae muerto y derrotado.
Un hipopótamo, sólo uno, es capaz de abonar el fondo de una charca de dos mil metros cuadrados, pues con cada deposición suya, que pesa entre diez y doce kilos, libera muchas sustancias enriquecedoras que estercolan el hábitat que comparte con otros seres vivos. Es decir, dónde hay un hipopótamo florece la flora y la fauna, y su avistamiento por los indígenas es síntoma de bonanza y buen augurio, aún cuando tengan cuidado de no acercarse mucho.
Ni siquiera los cocodrilos se atreven a meterse con estos enormes bichos que parecen estar siempre bostezando.
Y lo más importante: los hipopótamos gozan de una vida sexual amplia y dilatada que hace que disfruten del acto de la cópula como pocos en la selva. Sus gemidos roncos se oyen en las noches claras a mucha distancia, y hasta los macacos paran un momento en sus diabluras para imaginarse cómo se lo pasan.
Pues bien. Fui a alquilar un traje de hipopótamo para el baile de disfraces y no había. No quedaban. Me dieron uno de jirafa. A mí, que no paso de uno sesenta.
sábado, octubre 13, 2007
viernes, octubre 12, 2007
jueves, octubre 11, 2007
miércoles, octubre 10, 2007
Sardina
En los grandes acuarios del mundo tienen miles de especies, desde tiburones a pececillos tropicales. Pero los que dirigen estos zoológicos marinos no son capaces de conseguir que las sardinas se adapten a ser vistas a través de una cristalera. Por lo visto estos animales de lomos plateados que viven en manadas de miles de ejemplares no pueden vivir en cautividad. Mueren de stress.
En los grandes acuarios del mundo tienen miles de especies, desde tiburones a pececillos tropicales. Pero los que dirigen estos zoológicos marinos no son capaces de conseguir que las sardinas se adapten a ser vistas a través de una cristalera. Por lo visto estos animales de lomos plateados que viven en manadas de miles de ejemplares no pueden vivir en cautividad. Mueren de stress.
martes, octubre 09, 2007
lunes, octubre 08, 2007
jueves, octubre 04, 2007
martes, octubre 02, 2007
lunes, octubre 01, 2007
Personaje
En el colegio siempre se metía con los más pequeños. Nadie quería jugar con él al fútbol, porque daba patadas hasta a los espectadores. Amenazó a la profesora más inocente del instituto poniéndole la mano en la barbilla.
En su primer trabajo, todavía con espinillas en la frente, se quedó con la recaudación del video club. Fue despedido, pero el dueño no le denunció porque le conocía desde que era un renacuajo. Dejó embarazada a una chiquilla pusilánime y se fueron a vivir con los padres de ella. Se marchó a la costa, a trabajar en la temporada de verano, pero regresó diciendo que para él aquello era muy duro. Su mujer dio a luz una niña preciosa.
Ayer le vi en el portal. Iba solo y su cara parecía la de una vaca cuando vuelve al corral. Le pregunté qué tal y me contestó que todos los que vivimos en este portal, incluidos sus padres, somos unos pringaos.
En el colegio siempre se metía con los más pequeños. Nadie quería jugar con él al fútbol, porque daba patadas hasta a los espectadores. Amenazó a la profesora más inocente del instituto poniéndole la mano en la barbilla.
En su primer trabajo, todavía con espinillas en la frente, se quedó con la recaudación del video club. Fue despedido, pero el dueño no le denunció porque le conocía desde que era un renacuajo. Dejó embarazada a una chiquilla pusilánime y se fueron a vivir con los padres de ella. Se marchó a la costa, a trabajar en la temporada de verano, pero regresó diciendo que para él aquello era muy duro. Su mujer dio a luz una niña preciosa.
Ayer le vi en el portal. Iba solo y su cara parecía la de una vaca cuando vuelve al corral. Le pregunté qué tal y me contestó que todos los que vivimos en este portal, incluidos sus padres, somos unos pringaos.
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