sábado, marzo 29, 2008

Diario
Hay alguien en la oficina que escribe su diario en páginas sueltas y luego las deposita en el cajón del papel reciclado. No hay tachones en esas páginas. Las escribe con método, diariamente. Las numera. A veces son solo unas frases. Calculo que debe llevar cerca de 20 años en la empresa. Va por el día numero 6.103. Sabe que yo leo esos folios escritos con letra. Cuando se acercan las vacaciones dibuja soles y corazones, casitas con humo en la chimenea. Intento averiguar quién es, pero me resulta imposible.
Esto es lo que escribió ayer:
UNO. Cincuenta personas hasta las 11 de la mañana. La gente no se enfada por guardar cola. La gente apoya los brazos en el mostrador y se muestra amigable.
DOS. La señora que envió dinero a Uruguay sonreía de una forma esplendorosa. Dijo que el cambio del dólar está por los suelos. Venía con su hija, que mascaba chicle.
TRES. El sol dio en los cristales del vestíbulo desde las 11:15 hasta las 14:23. Parecía que flotaba un polvillo de oro en todo el recinto.
CUATRO. Ya hay gente que envía giros para reservar apartamentos para el puente de mayo. Me gusta.
CINCO. El cartel publicitario en el que se promete la bicicleta de Bahamontes si abres una libreta de ahorro se ha descolgado. Ahora parece un monociclo amarillo.
SEIS. Casi son las tres. La balanza tiene una tara de 3 gramos.

lunes, marzo 24, 2008

Trabajo
Llegué tarde al trabajo. Agarré un par de folios, paseé por los pasillos mesándome los cabellos como si ya llevara un par de horas allí. Hablé sólo, en voz baja pero audible. Dije, por ejemplo: “me va a oír, me va a oír”. O: “si no cumple sus plazos que no nos pida el compromiso de la lealtad”.
Un botón de mi camisa cayó al suelo y rodó unos metros como si fuera una rueda. Mi primer impulso fue ir tras de él, pero luego comprendí la insignificancia del empeño.
A la máquina del café le brillaban los ojos. Decía “introduzca importe exacto” con letras rojas y demasiado brillantes.
Volví. Me senté en la silla, la arrimé a la mesa. Pulsé el interruptor del monitor e introduje mi clave de acceso. Le di los buenos días a mi compañera. No pude evitar mirar sus pechos. Pensé en lirios, en paisajes hermosos, en abejorros. Creo que estuve veinte segundos con la vista en los pliegues de su camisa, añorando la profundidad del mar, los cielos azules y sin nubes. Me prometí: que no volvería a mirar sus tetas con tanta fijación, que hoy no desayunaría café con churros, que mañana me afeitaría, que sonreiría a la primera persona que llegara gritando, que buscaría en el diccionario las palabras sinergia, jalbegar y cilla.

domingo, marzo 23, 2008

Alergia
Este llorar de ojos, este lagrimear continuo parece simbolizar algo, no sé qué. Ay, la alergia, esta alergia a las gramíneas, a las arizónicas, al olivo, hasta a los gatos, que me atacó de improviso nada más cumplir los cuarenta años y que ya no me deja en paz.
Con la edad, lo que he ganado en serenidad lo he perdido en lágrimas.

sábado, marzo 15, 2008

Sábado
Está nublado. Hoy las nubes del cielo se parecen a las de los Simpson. Quizás aparezca Homer.

domingo, marzo 09, 2008

Elecciones

I
El orgullo de mi hija: es su cole.

Dos viejecitos que llevan los dos sobres en sus manos como si portaran un tesoro.

El césped del jardín del colegio está mustio y lo que el profesor de educación física intentó que fuera un huerto se ha quedado en unos surcos tristones.

Admiro a esa señora que alisa el sobre color salmón hasta que consigue que quede tan fino como el blanco. Como si lo hubiera planchado. Yo lo llevo arrugado y gordo. Parece que llevara en él los borradores de todos mis cuentos.

El policía municipal lleva el pelo rapado como anémonas del mar.

Hay arenilla en el vestíbulo. Antes de que acabe la jornada alguien dará con su culo en el suelo.


II
Mi hija se mete en la cabina y dice: “Cu-Cu”.
Luego me explica que el lugar en el que estamos es el gimnasio. Su clase está en el segundo piso. Los carteles de las puertas están rotulados en inglés.
Vemos a los vecinos, con la barra de pan y el periódico. Qué frío hace. Pero luce el sol. Pues sí.
En el barullo, mi hija le pregunta al vecino por el partido al que ha votado.
—Eso es secreto, niña.—le digo, escandalizado.
Seguimos hablando. El tiempo. El colegio. A ver si llueve. Buena falta hace.
Adiós. Adiós.
—Mañana me enteraré, papá. Se lo preguntaré a Laura Salazar. Todos los niños sabemos a quien votan nuestros padres.

jueves, marzo 06, 2008

Temores
Hay temores primigenios que duermen con nosotros. Al levantarnos, por la mañana, se quedan en la cama, esperándonos hasta que volvamos después de la cena. Pueden ser el miedo a una llamada telefónica, a un ruido extraordinario o a la tos seca de una niña en medio de la madrugada.

domingo, marzo 02, 2008

Diseño
Hay mujeres que visten la ropa como si se la hubiera diseñado un arquitecto (por ejemplo el que diseñó el Oceanográfico de Valencia).