domingo, agosto 31, 2008

Cocina
Termino de preparar una carne en salsa. Friego todos los platos, los utensilios. Recojo la cocina. Me sorprendo pasando el mocho de la fregona por el suelo, intentando que reluzca, que brille. Retorciendo, escurriendo el agua, volviendo a pasarlo. Apretando, apretando hasta que sudo y me duelen los hombros. Y el suelo no reluce.
Se acaban las vacaciones. Mañana hay que volver al trabajo.

jueves, agosto 28, 2008

Cine
Se está muy bien en el vestíbulo enmoquetado y fresquito. Todo es perfecto porque el cuenco de las palomitas huele bien y hay mamás y papás con sus niños esperando a entrar que tienen la misma cara que tú, una cara de expectación y a la vez de cansancio. Te sientes miembro de una comunidad.

Se abren las puertas, pesadas, y penetramos en la sala, que huele a pino.

A las butacas solo le falta el acelerador y el embrague para parecer asientos de un coche deportivo. A un lado, el agua; al otro, las palomitas. En las primeras filas un niño se despereza, otro llora como un verraco. La mujer de delante tiene un cuello extraordinariamente largo (sensual). Miramos la pantalla obsesivamente.

La película es infantil y tiene su gracia, pero a los pocos minutos dejo que la mente se ponga a vagar por ahí, a lo suyo. Nadie me ve, puedo cerrar los ojos. Me comprometo con ella, con mi mente: que vague hasta los créditos, hasta que se enciendan las luces. Luego, a pensar en la cena. Y en mañana.

martes, agosto 26, 2008

Verano
Da uno un puntapié a una piedra y parece que resuena, calle abajo (y la calle no está inclinada). Hay en los bancos del parque gente sentada, que gesticula: las mujeres plisándose la falda, los hombres mesándose los cabellos. No sé si llegarán a una conclusión. No es necesario hablar. En verano quizás sea mejor el silencio. Dar todo por supuesto. Dejar pasar el tiempo.

sábado, agosto 23, 2008

jueves, agosto 21, 2008

Avión
Me sorprendo mirando la lista de los fallecidos. Hay familias enteras. Desaparecidas para siempre. Lo dejo.
No he querido comprar hoy el periódico porque no quería ponerme frente al dolor, pero lo leo en internet, no puedo dejar de leerlo. Quizás para ver si hay una razón, aunque sea mínima, por la que suceden estas tragedias. Quizás para hacerme con un pequeño y mínimo porcentaje de ese dolor y así poder compartirlo, qué iluso.

miércoles, agosto 20, 2008

Verano
Estas tardes de verano de Madrid, esta flama que nos quema.
Paseas y te ves reflejados en los escaparates de las tiendas, todas cerradas hasta septiembre (ambos inclusive, siempre amos inclusive). Las aceras, los portales, los árboles, todos los objetos lucen como un polvillo de no ser usados. Están las terrazas de los bares llenos de gente cansada, que se toma la cerveza como medicina. Los semáforos tienen una cadencia de película sueca y hacen que esperes para cruzar (ahí quietecito) aunque no se vea un coche en kilómetros a la redonda.

domingo, agosto 17, 2008

Aniversario
Ese hombre al que se le murió la hija el año pasado después de mil sesiones de quimioterapia tiene este año una huerta espléndida. Atraviesa con la azada al hombro las calles del pueblo con una entereza que pasma, llega a la huerta y se agacha entre los surcos, rebuscando tomates, y espantando a los grajos, que picotean las pequeñas sandías en las matas.
Su mujer, vestida de negro, sale a comprar el pan (se extraña de que la hogaza haya subido diez céntimos) y barre la puerta de su casa.

lunes, agosto 11, 2008

Constatación
Si tienes tiempo siéntate un rato y acaríciate el cuero cabelludo con paciencia, poco a poco, relajadamente. Flexiona los codos, articula tus manos, y aprieta con la yema de los dedos sobre tu cabeza. Sin masajear, solo palpando. Verás como, más pronto o más tarde, encuentras una especie de hoyo, una pequeña hendidura en tu perímetro craneal. Pues bien: por ahí es por donde se escapan todas tus ideas geniales que nunca consigues llevar a la práctica.

miércoles, agosto 06, 2008


Abuela
Mi abuela era pequeñita y con un nervio de apretar los dientes. Se quedó viuda en la guerra, cuando su marido prefirió irse con los milicianos a quedarse con su mujer y su hijo recién nacido. La última vez que le vieron fue a lomos de un caballo requisado.

Mi abuela comía gajos de naranja con mendrugos de pan, y decía que las mejores patatas que había probado eran las chirimoyas.

Si recuerdo las sopas de tomate que preparaba mi abuela se me saltan las lágrimas. Si me pongo a pensar en gallinas, o en los surcos de la huerta, o en olivos se me viene a la mente mi abuela, y parece que me acariciara.
Mi abuela decía feregorífico o faamacia en lugar de frigorífico o farmacia, pero ha sido una de las personas más sabias que he conocido. Era sabia no por lo que decía sino por lo que se callaba.

lunes, agosto 04, 2008

Verano
Esta existencia horizontal, sin sobresaltos y con la laxitud del calor, que consigue que fijemos la vista en un punto del horizonte y veamos pasar ante nosotros una película que no sabemos si hemos visto.