miércoles, abril 29, 2009

Gastronomía

Uno de los platos servidos al chef Andoni Luis Aduriz en el famosísimo restaurante japonés Mibu, y que al parecer conmovió mucho al susodicho: “arroz insípido acompañado por semen de pez fugu asado y adornado con tres gramos de sal gruesa”.
Leído en El País Semanal , 26 de abril de 2009, Pág. 85.

martes, abril 28, 2009

Nublado

Ha vuelto a empeorar el tiempo. Dan ganas de comprarse un sombrero para que el aire lo haga volar.

domingo, abril 26, 2009

A por espárragos (y VII)

Volvimos al coche. Me dolían los pies (es que todavía no me he recuperado de una tendinitis). Con los espárragos en la mano, hice una lista de buenos propósitos. No comer tanto, no beber demasiado. Escribir, escribir. Que nada me distraiga. Concentrarme, concentrarme. En el traqueteo del viaje volví a meter el dedo en la tapicería del Opel Omega. Saqué un trozo de esponjita. Con las ventanillas abiertas, seguía oliendo a pino. Tenía la palma de la mano rugosa, casi insensible, de tanto toquetear hierbajos. Esta noche dormiría bien. Hablaban ahora de aquel tío que no era capaz de dejar de reír en el entierro de un vecino.

sábado, abril 25, 2009

A por espárragos (VI)

La palma de la mano empezó a picarme, de tanto restregarla por los hierbajos, para comprobar si eran o no esparragueras. Encontré algún espárrago, verde, oscurecido, duro. Lo corté a ras de tierra. Ya teníamos unos manojos.

Cruzó ante nosotros un conejo, como una exhalación. Contaron de aquel perro de caza que era tan malo que cuando oía un tiro se subía a los árboles.

—Cómo trepaba, el cabrón. Parecía que quería la cucaña.

Hablaron del cura, que ha adelantado la hora de la misa de los domingos porque tiene que montar a caballo. Le han regalado un caballo tordo. Es un cura inocente, un cura hecho a esto, que no brama contra nada y que todo lo disculpa. Un cura grandote que monta a caballo por estas llanuras, después de decir misa en ocho pueblos de la comarca, antes de tomar el vermú.

Hablaron de Moisés y de que no es capaz de sacar adelante unos tomates desde hace años.

—O los apuerca en el invernadero, o los jalbega con insecticida cuando los trasplanta.

viernes, abril 24, 2009

A por espárragos (V)

Por fin llegamos al lugar en el que buscaríamos los espárragos. Me enseñaron a distinguir las esparragueras. Me pusieron una navajilla en las manos. Cele ordenó que nos desperdigáramos por las veredas. Olía a tomillo y a pino, aunque el pinar quedaba lejos. Había tocones de árboles, con círculos enmohecidos en su superficie. Unas flores amarillas crecían en hilera, a lo largo del camino. Hablábamos a voces, lejos unos de otros, mientras de vez en cuando todos se agachaban a por un espárrago. Yo no veía ni esparragueras ni, por supuesto, espárragos. Acabé por no mirar el suelo. Acabé por mirar al frente.

jueves, abril 23, 2009

A por espárragos (IV)

Cuando me di cuenta iban hablando del coche, un Opel Omega grande y viejo, y de todas las aventuras que habían pasado con él. Reían los cuatro y yo no sabía demasiado bien por qué. Me había distraído pensando en el cuarto de baño de la casa de mi suegra. Se me van los pensamientos. No soy capaz de concentrarme. Cada vez que me levanto de la taza me doy en la cabeza con el pico del armario. Duele. Qué estrecheces. Con la de espacio que hay en la casa, una casa de pueblo, y qué pequeño es el cuarto de baño. Tengo varias heridas en el cuero cabelludo que así lo atestiguan. Me siento en la taza, cago, me levanto y me golpeo. Me siento en la taza, cago, me levanto y me golpeo. Siempre ahogo una exclamación y me miro en el espejo. En ese momento, con los pantalones bajados, con el papel higiénico en la mano, tengo una expresión de estupefacción absoluta, la veo en el espejo, y quiero irme a mi casa. Quiero ponerme a escribir, quiero escribir el mejor de los cuentos y no distraerme. Pero no. Me limpio, alzo los pantalones, me abrocho y continúo con mi vida. Con mi vida en el pueblo, sí, de vacaciones.

—¿Os acordáis de cuando Félix dijo para, para, tú, que devuelvo, y no me dio tiempo a parar y me echó todo en la cabeza?

—Qué cabrón. Como olía aquello. Yo creo que el cabrón no mastica. Allí se veían trozos de pollo, y setas enteras, y medias manzanas.

-- Todo sobre mi calva.

-- Cómo íbamos todos, eh, de cargados.

miércoles, abril 22, 2009

A por espárragos (III)

El conductor dio un volantazo y a continuación se metió en el camino, pero le costó un poco dominar el coche. Derrapó y casi nos introducimos en la cuneta. Durante unos segundos fuimos dando tumbos.

—Oehh. Me cago en la puta, que nos matas.

Miré hacia atrás y vi el pueblo envuelto en una especie de llamarada de polvo rojo que íbamos dejando a nuestro paso. El coche iba despidiendo grava a los lados, esquivando algunos baches y cayendo en otros. Un perro nos ladró desde lejos. Aquí los perros siempre ladran y son fieros con la gente de fuera. Aquí el único perro que he visto atado ha sido uno con una piedra al cuello, el de un pastor, porque se distraía con las perdices y descuidaba las ovejas.

martes, abril 21, 2009

A por espárragos (II)

—¿Nos vamos? Joder, que se van a entallar los espárragos—gritó Usta.

Habían perdido la partida. Pagaron las consumiciones. Por fin arrancábamos. El dueño del bar seguía pasando el trapo por la barra. Subimos al coche entre gritos. Sudábamos los cinco.

—Ya verás qué paisajes—me dijo Frasco—Como esto no lo hay en Madrid.

El cristal de la ventanilla no bajaba hasta el final, pero el viento nos azotaba en las caras, en el pelo. Yo iba en el asiento de atrás, en el medio. Daban ganas de abrir la boca, de boquear como los peces, aunque solo fuera para aspirar el aire caliente.

Descuidadamente metí un dedo en un agujero de la tapicería del asiento. Saqué un trozo de espuma sucia y lo miré como si fuera un tesoro.

Cele propuso abandonar la carretera e ir por el camino de tierra.

—No sea que esté la Guardia Civil por ahí. Los copazos de la partida.

lunes, abril 20, 2009

A por espárragos (I)

A la hora de la siesta, mientras las mujeres recogían los platos de la mesa, Cele vino a buscarme y fuimos al bar. Al fin y al cabo a esa hora en casa solo podía dedicarme a matar moscas en la mesa de formica de la cocina, a salvo del sol de fuera, y a oír las conversaciones de las mujeres. Tomamos café y copa. Íbamos a ir a coger espárragos. Luego llegaron los otros y tomaron su café y su copa. Ya nos íbamos a por los espárragos cuando alguien les retó a una partida de tute. Por lo visto era pronto. Mientras colocaban el tapete y jugaban, Cele y yo seguimos bebiendo. En la barra de bar había unos cacahuetes como náufragos. El dueño pasaba un trapo como si le fuera la vida en ello. No me gusta demasiado el whisky en vaso largo, pero ahora es la moda servirlo así. Oía los gritos de los jugadores de la partida, los golpes en la mesa, las maldiciones. Cele me contó cosas de su vida y yo le agradecí las confidencias. Yo no soy del pueblo. La que es del pueblo es mi mujer. Mi mujer y la suya son amigas desde siempre, desde la infancia o desde antes, desde la cuna o desde las barrigas de sus madres. Cele es una buena persona, un buen vecino. Quizás bebe un poco de más, pero aquí todos lo hacen.

sábado, abril 18, 2009

Impresos

Todos los formularios, todos los impresos, todo se queda en nada cuando la señora, que ya habrá pasado los ochenta, que ha venido sola y renqueante, dice, apoyada en el mostrador: Hijo, ¿puedes rellenarme el papelito del certificado? Es que veo menos que una polla envuelta en un trapo.

jueves, abril 16, 2009

Retención

Trabajo en Correos. Últimamente mi trabajo consiste en transcribir-transmitir telegramas. Hoy había uno que decía más o menos:”... en relación a la retención de unos calzoncillos, se le cita a usted para que se persone en este Juzgado...”

miércoles, abril 15, 2009

Baterías

Última hora, después de cenar. En la cocina, dos enchufes, ella carga su móvil, y yo cargo el mío. En medio, el frutero, con unos plátanos descoloridos y dos peras, y media barra de pan.