jueves, marzo 29, 2012

Huelga general

Ay, la huelga general. No me extraña que a esta amiga profesora de instituto le sobreviniera una depresión después de nueve días de huelga. Nos lo contaba el otro día, cenando en casa, con pelos y señales: el día siguiente era peor que el anterior, el abandono de los compañeros, la campaña de prensa en contra acusando a la profesión entera de todo lo peor… Acabó bebiendo alcohol en vaso grande todas las madrugadas. Cuando acudió al médico éste se asombró de su estado. Su marido, profesor en huelga también, no se había enterado de nada. Lo decía sosteniendo las gafas en sus manos y mirando fijamente el pimiento relleno de gambas que había en el plato.

Hoy yo estoy en casa, junto a C., después de haber desayunado. Secundamos la huelga general porque hay cosas que hay que hacer. Miro los periódicos en el ordenador y siento una tristeza y un cansancio enorme.

Estamos recién levantados, son las ocho de la mañana y sigue sin llover.

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