lunes, julio 09, 2012

COMUNIDAD DE PROPIETARIOS (primero B)

Casimiro Luengo tiene que pagar la hipoteca del apartamento de la playa. Casimiro y su mujer van al Mediterráneo varias veces al año, y luego un mes en verano. Todos los veranos desde hace cinco, cuando lo compraron. Sus hijos no quieren ir con ellos porque se aburren.

En un fin de semana recorren más de cuatrocientos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para subir las persianas, abrir los grifos, limpiar el polvo. El apartamento está amueblado, pero Casimiro siente la desolación de esos setenta metros. La siente desde el primer día. Cree que no hay un fantasma en el apartamento porque no habría sitio para los tres. Piensa que en este lugar tan pequeño, si gritara, habría eco. Este es el sitio de su ruina, el recuerdo de que en su vida hubo mejores momentos y otras expectativas.

Casimiro paga una mensualidad de la hipoteca del apartamento, una derrama de la comunidad para volver a asfaltar las pistas de tenis de la urbanización, otra para arreglar los toldos de los soportales, otra para repintar la piscina. Un dineral.  

Su mujer y él salen a pasear. Si no hace frío se descalzan y pasean por la playa. Andar por la arena es muy bueno para los juanetes y para la circulación de la sangre, dice su mujer. Llevan los dos los zapatos en la mano. Las olas se oyen a lo lejos. A veces ese ruido le parece una amenaza.



1 comentario:

Portarosa dijo...

Esta entrada me gusta en especial.
Es desoladora.