jueves, septiembre 20, 2007

Ventanilla (VII)
Aflora en mí un sentimiento de alegría (que parece salvar la mañana) cuando el niño tan pequeño, sentado por su madre en el mostrador mientras rellena el impreso, agarra el bolígrafo y lo tira por encima de mi cabeza hasta ir a dar con un sonido hueco en la pared de atrás.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Niños que tantas veces nos salvan: la mañana, la tarde... Y nos rescatan la sonrisa y las buenas intenciones.

la luz tenue dijo...

Niños que ven el mundo encaramados en lo alto del mostrador.
Un saludo.

Ana Pérez Cañamares dijo...

... ajenos totalmente al mundo artificial del papeleo... benditos ellos...