domingo, agosto 30, 2009

La señora Filo


La señora Filo da el espectáculo todos los domingos cuando va a misa.
La señora Filo ya ha cumplido los ochenta años y está sorda como una tapia. Tiene audífono, sí, pero le vale de poco. La señora Filo reza a gritos. Lo peor es cuando a mitad de la misa hay que pedir por el Papa y por los necesitados y por la familia. Entonces pide como la que más. Y empieza lo peor: Cuando pide por la familia todos los asistentes a misa, desde los sentados en los primeros bancos hasta los que están en pie, cerca de la puerta, se enteran de todos sus buenos deseos. “Por mi nuera, para que coma más y engorde un poco. Por mi Pedrito, para que no sea tan basilisco y me llame a menudo. Por mi nieto, que estudie (medicina, si es posible). Por la Antonia, que mejore de las piernas para que no cruce por mi cerco.”
Su voz retumba entre aquellos muros de piedra, y no permite que los codazos de los vecinos de banco pidiéndole que calle interrumpan sus peticiones. El cura sonríe y reza para sí, rogando que el audífono de la señora Filo no se acople con su micrófono, porque entonces sí, entonces si que aquello parece el apocalipsis.

3 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Muy muy bueno, sobre todo eso de que mejore de las piernas para que no me pise el sembrao.

Saludos de vuelta de vacaciones, colega.

Manuel Abacá dijo...

Muy bueno.

Un saludo.

la luz tenue dijo...

La señora se queda como desnuda, venga a pedir, mezclando lo más importante con lo más insustancial, según se le va ocurriendo.
Un saludo, Miguel.
Un saludo, Manuel.