domingo, marzo 09, 2008

Elecciones

I
El orgullo de mi hija: es su cole.

Dos viejecitos que llevan los dos sobres en sus manos como si portaran un tesoro.

El césped del jardín del colegio está mustio y lo que el profesor de educación física intentó que fuera un huerto se ha quedado en unos surcos tristones.

Admiro a esa señora que alisa el sobre color salmón hasta que consigue que quede tan fino como el blanco. Como si lo hubiera planchado. Yo lo llevo arrugado y gordo. Parece que llevara en él los borradores de todos mis cuentos.

El policía municipal lleva el pelo rapado como anémonas del mar.

Hay arenilla en el vestíbulo. Antes de que acabe la jornada alguien dará con su culo en el suelo.


II
Mi hija se mete en la cabina y dice: “Cu-Cu”.
Luego me explica que el lugar en el que estamos es el gimnasio. Su clase está en el segundo piso. Los carteles de las puertas están rotulados en inglés.
Vemos a los vecinos, con la barra de pan y el periódico. Qué frío hace. Pero luce el sol. Pues sí.
En el barullo, mi hija le pregunta al vecino por el partido al que ha votado.
—Eso es secreto, niña.—le digo, escandalizado.
Seguimos hablando. El tiempo. El colegio. A ver si llueve. Buena falta hace.
Adiós. Adiós.
—Mañana me enteraré, papá. Se lo preguntaré a Laura Salazar. Todos los niños sabemos a quien votan nuestros padres.

5 comentarios:

Jesús Miramón dijo...

Yo he votado en la biblioteca municipal, en una de las calles más antiguas del pueblo. A riesgo de parecer sentimental quiero reconocer que me conmueven profundamente las jornadas electorales, tan griegas, tan ciudadanas, tan extraordinarias si pensamos en la totalidad del planeta. Un abrazo.

Mamen Alegre dijo...

Si vas con niños, es igual o muy parecido en todos sitios, aunque aquí no hizo frío.

Todo lo que se lee en tú página, es así, como si llegara de un padre, un hijo o un hermano. Cotidiano y hermoso.

Anónimo dijo...

Qué buena lección: los primeros pasos de la democracia en el propio cole. Y de la mano del padre.
Un abrazo.

Portarosa dijo...

Lo del secreto del voto esgrimido como impedimento para confesar el propio me hace mucha gracia, como si lo de ser secreto significase que no se puede decir.

- ¿A quién vas a votar?
- ¡Eso es secreto!

Un abrazo.

la luz tenue dijo...

Jesús: Estoy de acuerdo. Es como una pequeña fiesta esto de ir a votar. Y luego, los lugares en los que se vota, que suelen ser lugares a los que se les tiene cariño.

Mamen: Gracias, como siempre. Me alegro de que te sigas pasando por aquí. Disfrutemos de lo cotidiano.

Juan Domingo: Pues sí, Yo le cuento a ella cosas sobre el Congreso y el Senado, y ella me cuenta a mí todo lo relativo a Cono y Música, sus asignaturas preferidas.

Portorosa: La verdad es que lo de los críos es hasta gracioso. Mi hija creía que si ganaban unos, los otros deberían rendirse, hasta el próximo partido, que empezarían de cero.

De todas formas, ¿no os parece que las elecciones fueron ya hace siglos y no hace unos días? Cómo pasa el tiempo. Parecía que el mundo se iba a parar, que todo estaba en juego (y a lo mejor era cierto).
Un abrazo.