jueves, abril 24, 2008

Mañana
A veces voy andando a trabajar. Son veinte minutos, la vida es eterna en veinte minutos. Ya amanece y solo están iluminados los cajeros automáticos de los bancos. Te cruzas siempre con las mismas personas, que van siempre con prisa. Hay una mujer que camina como si desfilara. Dos rumanos van siempre riendo, y eso llama la atención a las siete de la mañana.
Paso por delante de una fuente que parece que me refresca. Gotea, y la luz de la farola ilumina el pequeño charco en la baldosa. Corro, que no llego.

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