lunes, mayo 17, 2010

Ventanilla

Una pareja de ancianos quiere enviar una carta a Suiza. Preguntan cómo mandarla. Si certificada, si urgente, si ordinaria. Digo que depende de lo que vaya dentro. Contestan que son papeles importantes. Lo que contiene el sobre es la fe de vida anual, para que puedan seguir cobrando la pensión. Me ruegan que les rellene el impreso. Él se recuesta en el mostrador. Habla ella mientras escribo. “Rellena tú el impreso, hijo. Vemos menos que una polla envuelta en un trapo. Mándalo certificado, no sea que se pierda. Es que a ellos les daría una alegría si supieran que estamos muertos. Unos francos menos que pagarían. Estuvimos un montón de años allí. Qué gente tan limpia. Eran tan limpios que no querían tener nada que ver con nosotros. Decían que gritábamos en los autobuses y que tirábamos las colillas al suelo. Ellos no. Ellos eran limpios, limpios como la patena. Hasta la manguera para regar el jardín la manejaban como unos señores”.

3 comentarios:

Randle dijo...

Señora en su casa (la suiza) que nunca será puta en la cama imagino.

Anónimo dijo...

No pensarán de forma muy diferente los inmigrantes de aquí y ahora cuando se jubilen y vuelvan a sus países de origen. Motivos les damos cada día con nuestros alardes de superioridad..."Se quejaban de que los domingos inundábamos los parques de familias haciendo picnic, de que poblábamos sus colegios con nuestros hijos y consumíamos sus recursos sanitarios." Es muy duro ser emigrante y es curioso cómo, siendo un país de emigrantes, muchísimas veces nos olvidamos de ello.

la luz tenue dijo...

Randle: Pues no sé.

Arancha: Completamente de acuerdo. Si se echara la vista atrás evitaríamos tropezar en la misma piedra.
Esta es una entrada, como otras, de la etiqueta Ventanilla. Son cosas que ve uno en su jornada laboral, sin querer pontificar ni dar lecciones.