domingo, octubre 21, 2007

Domingo
Los domingos por la mañana, cuando bajo a comprar el periódico, es como si algo o alguien alisara la jornada. Para quitarle las aristas, para que no haya tropiezos. Para subir la persiana y, como hoy, ver el cielo despejado mientras leo las noticias de siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los domingos por la mañana, hasta el filo del mediodía, las calles están desiertas y podría bajar a por el pan en pijama y zapatillas: las aceras se convierten en una extensión del pasillo de casa y casi me pertenecen...

la luz tenue dijo...

Y si bajas por la escalera en lugar de hacerlo en el ascensor, parece que queden todavía ruidos de la jornada anterior, como si fueran puntos suspensivos... o quizás sean los ruidos del domingo, que están calentando motores, cogiendo carrerilla...
Un saludo, Marta.