jueves, noviembre 15, 2007

Espuma
Ayer estuve tomando unas cervezas con unos amigos. Los cercos que dejaban los botellines en la barra parecían los aros de los juegos olímpicos. Reímos y levantamos la voz. La primera y la última cerveza fueron las que me supieron mejor.
Luego volví a casa solo. Anduve por calles iluminadas por farolas e intenté tararear una vieja canción, pero no recordé la letra.

4 comentarios:

conde-duque dijo...

Los zeppelines los lleva uno muy dentro, aunque ya no se recuerden, y salen al brindar, de vez en cuando.
A ver si nos tomamos esa cerveza que tenemos pendiente...

M. dijo...

¡Es cierto!

La primera y la última cerveza saben infinitamente mejor que el resto. Y, sin embargo, cuando es la primera y la última a la vez... qué decepción!!

Curioso.

M. dijo...

¡Es cierto!

La primera y la última cerveza saben infinitamente mejor que el resto. Y, sin embargo, cuando es la primera y la última a la vez... qué decepción!!

Curioso.

la luz tenue dijo...

Pues sí, Conde. Ahí están los zeppelines, ya para siempre. A ver si nos tomamos esa cervecita.

Manuel, vivan las cervezas en buena compañía. No una, muchas.