Mi hija detecta los parques a kilómetros de distancia. Estás en una ciudad que no conoces y, de pronto, te dice, atusándose una barba imaginaria: detrás de aquellos edificios hay un parque... Y efectivamente, siempre hay un parque. Y, claro, hay que visitar ese parque. Ella, subir al tobogán. Nosotros, sentarnos en un banco y admirar su cara de velocidad.
2 comentarios:
Mi hija sacaba el pan, se lo enseñaba a los patos y se lo comía ella. Los patos se lamentaban un poco incrédulos, como si no acabasen de creérselo.
Mi hija detecta los parques a kilómetros de distancia. Estás en una ciudad que no conoces y, de pronto, te dice, atusándose una barba imaginaria: detrás de aquellos edificios hay un parque...
Y efectivamente, siempre hay un parque. Y, claro, hay que visitar ese parque. Ella, subir al tobogán. Nosotros, sentarnos en un banco y admirar su cara de velocidad.
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