lunes, enero 14, 2008

Natación
Domingo por la tarde. En una competición infantil de natación. Los niños de siete de las calles de la piscina llegan a meta. Pero hay uno, el de la calle octava, que está en el medio del océano de la piscina, que se ha parado ahí.
Está quieto, parece que fuera a hundirse.
Han transcurrido un par de minutos y el hombre del cronómetro no sabe qué hacer. Los espectadores tampoco. De pronto, el niño continúa nadando y todos respiramos de nuevo. Por fin llega a la meta. Qué grande nos parecía la piscina.

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