lunes, octubre 19, 2009

Policías y ladrones V

Luego fueron los tiempos de la Joven Guardia Roja y de la ORT. Todos tenían un hermano mayor metido en política y la política eran reuniones a las tantas y barbaridades que se decían sin miedo, entre caña y caña, todos alrededor de una mesa enorme, demasiada mesa para tan poca gente.

Aquello era una fiesta. Las manifestaciones. Las pancartas, las tías, las pancartas, las tías. Pasó de pringao a héroe. Cómo corría. En cierta ocasión salió fotografiado en el ABC: un policía de ojos bizcos le apaleaba. Fue su momento de gloria y su aportación a la revolución, aunque los que entendían del tema siempre le dijeran que le perdía Bakunin. Eso, y el alcohol.

Lo probaba todo. Trapicheaba y era fácil. En la música estaba escrito que había que probarlo todo y que había más mundos y eran mejores. Había que ser auténtico. Sí, auténtico, era la palabra. Había que ser auténtico. En un concierto de Leño consiguió su primer coma etílico.

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