sábado, febrero 03, 2007

Vida
Mi padre es ya un anciano con muchos achaques. A veces le llamo por teléfono y me dice que tiene un fino dolor de cabeza. Me ruega que le de una buena noticia. A veces, si la hay, se la doy; otras veces me la invento. Él dice luego: “Gracias. Ya se me quitó el dolor de cabeza”. Y seguimos hablando.

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