jueves, marzo 29, 2007

Playa (IV)
Leer un libro en la playa, mientras azota el viento, tiene algo de heroico. Pasar las páginas de un periódico sin grapas es imposible.

Las conversaciones en la playa se desaceleran.

Una caricia a la orilla de la playa te deja las yemas de los dedos estupefactos.

Nadie es capaz de contar las nubes que pasan mientras está tendido en la playa.

Aunque deseemos otra cosa, las sombrillas de las playas solamente nos protegen de los rayos del sol.

Los peces pequeñines que nadan en la playa se han perdido. Seguramente ni siquiera son de ese mar. Están esperando a que vengan a recogerlos sus padres.

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