Vuelta
Después de estas fiestas.
Subo al ascensor. Se cierra. Hay una luz azulada. Pulso la tecla y apoyo mi frente en el metal del cubículo, justo en el lugar en el que se unen las dos puertas. Siento el frío en mi piel. Entre piso y piso hay una especie de traqueteo que me relaja.
1 comentario:
Dulce rutina, no?
Saludos
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