martes, febrero 12, 2008

Cuento (III) La jornada
La jornada de trabajo se me da bien. Logro fijar la vista en la mesa y no pensar en nada especial. Consigo avanzar en la contestación de los expedientes de ayudas sociales. Baja el montón que tengo encima de la mesa. Me invento un juego que consiste en contar las personas que recorren el pasillo desde la puerta del negociado o desde aquí hacia la puerta. Ganan los que van hacia la puerta. Cada dos horas bajo al servicio. En el cuarto de baño me dedico a escribir guarradas tras la puerta. Desde que ya no fumo bajar a estas catacumbas no es lo mismo. A la hora de la salida me piden dinero para el regalo de Ramón, que se jubila. La fiesta es el viernes que viene y sí que iré, pero no me apetece beber, porque con cada nuevo trago me siento muy triste y se me van las ganas de hablar. Luego llego a casa y dice Juana que es que tengo dificultades para comunicarme y que me huele el aliento. Salgo a mi hora, hoy no le regalo ni un minuto a la empresa. El portero quiero contarme lo de su hija, pero escapo. ¿Qué será lo de su hija?

2 comentarios:

Mabalot dijo...

Ah, quisiera seguir leyendo, esa novela que empieza...

Qué buen camino llevas, JM.

la luz tenue dijo...

Gracias, Mabalot. Seguiremos escribiendo, sin prisa pero sin pausa.