miércoles, abril 02, 2008

Tanatorio
Fui al tanatorio. Aparqué muy lejos y tuve que atravesar un parque desierto. Era de noche y las farolas iluminaban los setos y el césped de una manera extravagante, como luz de dibujos animados.
El edificio del tanatorio parece la unión de varias tiendas tuaregs, con barandillas en todo su exterior.
El fallecido estaba al fondo de la sala 36.
Había mucha gente en corros. Los más viejos hablaban de todo, pero predominaba el tema de los viejos tiempos, del pueblo, de Extremadura.
Me gusta oír hablar a los viejos. De vez en cuando tengo que ir a beber agua, porque se me seca la boca. Conversan como si estuvieran intercambiando historias épicas.
Oí hablar de los olivos, de cómo la casita para resguardarse de la lluvia, hecha con adobes, se está cayendo. Ahora sirve de pajar. Las chumberas siguen allí, más fuertes que nunca, apoderándose de todo, como con cicatrices. Desde hace tiempo los tractores aran la parcela con vertedera. El arroyo en el que se ahogó un burro baja seco. Durante la Semana Santa ha habido más esparragueros que espárragos.
Me hablaron también de los nichos del cementerio. Una persona querida me dijo: “Empiezo por la parte de arriba. Compro una buena brazada de flores. Luego hago pequeños ramos, para que haya para todos. Empiezo por la parte de arriba, ya te digo. Luego sigo por las calles del centro. No queda ninguna sin sus flores, sin que limpie un poco todo aquello de maleza. Alguien tiene que hacerlo.”

1 comentario:

conde-duque dijo...

Juraría que hace varios días puse un comentario en esta entrada, pero veo que no...
Básicamente para decir que me ha encantado, como siempre.
Un abrazo.