Leer (III)
Me propongo leer algo de lo que tengo atrasado en la mesilla, esa pila que amenaza con caérseme encima. En estos primeros días de convalecencia intenté leer El Villorrio, de William Faulkner, pero lo dejé a medias. Esas imágenes sureñas de gente a caballo, de personas ociosas y en cuclillas a la puerta del bazar, de heniles y empalizadas herrumbrosas no es lo más adecuado para un lector que no va a poder salir a la calle en una temporada. Los antiinflamatorios y las oraciones subordinadas de Faulkner me adormecen.
2 comentarios:
Leer, no hay placer mayor, siempre
que no sea impuesto...
Sí, es uno de los placeres de la vida.
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