domingo, abril 18, 2010

Historias del paro (IX)

Domingo.

Salgo a pasear a primera hora de la mañana. Me lo ha recomendado el médico. Los dueños de los perros y yo ya nos conocemos. Más adelante me conocerán los perros. Ya me huelen. Es cuestión de tiempo.

En la plaza hay latas de cerveza de medio litro, vacías, puestas en pie, como en una bolera, esperando ser derribadas. Son restos del botellón de los rumanos de anoche. El botellón de los jóvenes españoles es en el parque. Sin cervezas de medio litro, con botellas de Cacique y Coca Cola de dos litros. No sé cómo lo harían anoche, con lo que llovió, y sin los soportales acogedores de la plaza. Quizás se fueran al cine. A ver Alicia en el país de las maravillas.

A primera hora de la mañana de un domingo, el paseo de un hombre en paro no es el mismo que el de uno que trabaja. Paseo porque quiero y me obligo. Para el parado no hay paréntesis. En todo lo que contemplo veo señales ocultas. Nada tiene remedio. Y sin embargo se me ocurren varias razones para seguir adelante: Huele a tierra mojada, compraré churros, escribiré esto que estoy rumiando.

2 comentarios:

conde-duque dijo...

Escribir esta serie es una gran razón para seguir adelante, José Manuel. Me parece realmente genial cada pasaje, con tu mirada de siempre. Ahora, simplemente, más tiempo para escribir. Un paréntesis para el gran escritor que eres.
Un abrazo.

la luz tenue dijo...

Gracias, Conde. Hay que sacar tiempo de dónde sea para escribir. Aunque sea un poquito, pero todos los días. Aunque a veces no estemos demasiado predispuestos a hscerlo.
Un abrazo.