Cena (I)
Al decapitarlas, las gambas que comemos y colocamos frente a nuestra boca, realizan una grácil genuflexión.
Hay un momento en el que el tomate al horno se desilusiona y parece desinflarse.
Cuando oímos chisporretear la grasa del cordero en el horno parece que el animalillo vaya a salir corriendo.
De todos los colores que posee una buena ensalada el más desvaído es el del pepino. Por eso a veces se venga proporcionándonos ardor de estómago.
No es cierto que los granos de maíz sean las monedas de la ensalada.
2 comentarios:
Me gusta. Bueno, en realidad me parece excelente.
Enhorabuena por la concisa precisión.
Gracias, alexandrós. Lo mismo digo de su blog. Sus historias me parecen buenísimas.
Un saludo.
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