martes, abril 21, 2009

A por espárragos (II)

—¿Nos vamos? Joder, que se van a entallar los espárragos—gritó Usta.

Habían perdido la partida. Pagaron las consumiciones. Por fin arrancábamos. El dueño del bar seguía pasando el trapo por la barra. Subimos al coche entre gritos. Sudábamos los cinco.

—Ya verás qué paisajes—me dijo Frasco—Como esto no lo hay en Madrid.

El cristal de la ventanilla no bajaba hasta el final, pero el viento nos azotaba en las caras, en el pelo. Yo iba en el asiento de atrás, en el medio. Daban ganas de abrir la boca, de boquear como los peces, aunque solo fuera para aspirar el aire caliente.

Descuidadamente metí un dedo en un agujero de la tapicería del asiento. Saqué un trozo de espuma sucia y lo miré como si fuera un tesoro.

Cele propuso abandonar la carretera e ir por el camino de tierra.

—No sea que esté la Guardia Civil por ahí. Los copazos de la partida.

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