Impresos
Todos los formularios, todos los impresos, todo se queda en nada cuando la señora, que ya habrá pasado los ochenta, que ha venido sola y renqueante, dice, apoyada en el mostrador: Hijo, ¿puedes rellenarme el papelito del certificado? Es que veo menos que una polla envuelta en un trapo.
2 comentarios:
Joder con la señora, qué boquita...
La gente no habla como lo que aparenta. A esa señora solo le faltaba el canario Piolín.
Publicar un comentario