sábado, abril 25, 2009

A por espárragos (VI)

La palma de la mano empezó a picarme, de tanto restregarla por los hierbajos, para comprobar si eran o no esparragueras. Encontré algún espárrago, verde, oscurecido, duro. Lo corté a ras de tierra. Ya teníamos unos manojos.

Cruzó ante nosotros un conejo, como una exhalación. Contaron de aquel perro de caza que era tan malo que cuando oía un tiro se subía a los árboles.

—Cómo trepaba, el cabrón. Parecía que quería la cucaña.

Hablaron del cura, que ha adelantado la hora de la misa de los domingos porque tiene que montar a caballo. Le han regalado un caballo tordo. Es un cura inocente, un cura hecho a esto, que no brama contra nada y que todo lo disculpa. Un cura grandote que monta a caballo por estas llanuras, después de decir misa en ocho pueblos de la comarca, antes de tomar el vermú.

Hablaron de Moisés y de que no es capaz de sacar adelante unos tomates desde hace años.

—O los apuerca en el invernadero, o los jalbega con insecticida cuando los trasplanta.

2 comentarios:

Mamen Alegre dijo...

Me alegró tu vuelta, pero más esta serie. Genial, para no variar.

la luz tenue dijo...

Gracias, Mamen. Es un placer estar de vuelta, contando historias.