Me muero si no escribo. Me muero si escribo.
Mañana
La ternura de la mirada. La ternura de lo expuesto. Entre sábanas arrugadas, acariciada por los espejos, ella se abrocha el sujetador por la mañana. En ese gesto, en el juntar los dedos en el broche es dónde reside el amor.
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