sábado, noviembre 18, 2006

Nocturno
Fuimos a cenar a un restaurante japonés. Los camareros susurraban y las raciones eran policromas pero exiguas. Disfrutamos porque nos trataron con amabilidad. El suelo era de madera. Ya preferimos el deslizamiento a la fricción. Ella adivinó mi mirada.

No hay comentarios: