viernes, noviembre 10, 2006

Adolescente
Una adolescente entra en casa dándose contra las paredes, los marcos de las puertas y los picos de las mesas. No calcula ni su fuerza ni sus dimensiones.
Se ensimisma —qué piensas, qué— y destroza a cachitos una esponja de baño. Luego se lleva el último trozo a la boca y lo escupe.
Habla y sus palabras destronan a todos los reyes.
En el tiempo de la cena se levanta para pedir el pan y descubres que tiene una argolla dorada en el ombligo.
Solo pides que no le hagan daño. Que no se haga daño ella misma.

4 comentarios:

conde-duque dijo...

Me gusta mucho este rincón. La greguería del teléfono, buenísima. Me pasaré de visita de vez en cuando, si no le importa al anfitrión...

la luz tenue dijo...

Aquí te espero, Conde-Duque.

Enrique Ortiz dijo...

me ha encantado esta entrada. Enhorabuena por el blog. Saludos.

la luz tenue dijo...

Gracias, Enrique.